Dar y recibir confianza supone abrirnos a una comunicación consciente y sincera con los demás, atendiendo con paciencia a sus emociones.

Imagina por un momento que, en cualquier relación, especialmente en una situación de conflicto o negociación, tu mapa mental de la realidad fuera simplemente que tú y yo somos uno. Creo que habríamos superado la distancia que crea la falta de confianza y habríamos entendido a Thich Nhat Hanh, “La iluminación es cuando una ola se da cuenta de que es el océano”.

Confiar da miedo, como tantas otras cosas, así que tenemos que empezar por confiar en nosotros mismos, llegando a conectar con nuestra fuerza interior, esa que nos llena de ligereza y tranquilidad, la que nos permite mostrar una actitud abierta y una mirada amplia. Amy Cuddy nos da algunas ideas para trabajarla, en su charla en TED. Plantea la importancia del lenguaje corporal y nos hace conscientes de como nuestro cuerpo nos habla y se expresa ante los demás.

El genial equilibrista Karl Wallenda, perdió su vida al caer del alambre cuando empezó a dudar de sí mismo y enfocó su mente en el peligro de la arriesgada hazaña que iba acometer. Su inseguridad traicionó a su cuerpo y le restó capacidad. A menudo el fracaso está en creer que no puedes, no en no poder. Una neurocomunicación positiva con uno mismo y con los demás es clave para confiar en que se pueden alcanzar nuestros objetivos.

¿Recuerdas aquella ocasión en la que alguien confió en ti? Seguro que te abrió los ojos, a un mundo de posibilidades que te permitió llegar más lejos de lo que creías. Esa persona te escuchó. No sólo fue capaz de percibir tus sentimientos, entender tus pensamientos y sentir tus emociones, sino que se preocupó por ti, te protegió. La generosidad hace que germine la confianza y requiere su tiempo.

¿Recuerdas aquella vez en la que confiaste en alguien? Asumiste el riesgo de equivocarte porque fuiste capaz de ver más allá y abrirte. No te quedaste en el análisis de los problemas, en el lamento ante los obstáculos o la frustración ante las dificultades. Miraste lo que podríais lograr juntos y superaste el miedo.

Digo bien. Superaste que no perdiste. El miedo está, lo sientes, te habla, te sujeta, pero no pasa nada, déjalo estar. Tú a lo tuyo. La atención puesta en la confianza es como el dedo meñique de una madre, para el bebé que da sus primeros pasos. Pon plenamente tu conciencia en aquello que inspira tu confianza, en tu trabajo, en tu esfuerzo, en tu voluntad y deja estar al miedo, no le hagas caso.

En ocasiones es cierto que las cosas no salen como uno piensa, pero el temor al fracaso no puede matar la oportunidad de confiar. Somos seres en continua evolución e, igual que el agua define el curso de un río, la vida nos define, brindándonos la oportunidad de mostrarnos en una relación, implicarnos en un proyecto o perseguir un ideal.

La confianza es fundamental para superar las diferencias. Chris Voss, exnegociador internacional del FBI, subraya en su libro “Rompe la barrera del no: 9 principios para negociar como si te fuera la vida en ello” que, si queremos avanzar en nuestros objetivos, la clave está en generar confianza y subraya que hay que dedicarle el tiempo que necesita.

Se van dando pasos y no siempre hacia delante. Puede que en alguna ocasión incluso los demos hacia atrás y la confianza se pierda, tampoco nos vamos a quedar aquí, debemos avanzar y hay que volver a confiar. Hacerlo va a requerir humildad y generosidad, para tender los puentes necesarios y acercarnos de nuevo. La cercanía es amiga de la confianza.

Obviamente es una exigencia alinear lo que haces con lo que dices y piensas. La transparencia y la integridad, si siempre son piedras angulares en cualquier relación, pero en momentos difíciles tendrán que estar apuntaladas con coraje. Abrazar el dolor es el lenguaje del corazón.

Por Mª Pilar Paúl Garasa, docente del grado en Psicología de la USJ

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