Un fallo en nuestro trabajo no es un problema, lo son las consecuencias que tiene. Y cuando ocurre, vamos directos a comentarios del tipo: “¿Qué has hecho? ¿no te había dicho? ¡pareces tonto o tonta!

Nuestra actitud ante la seguridad es crear sistemas de control “infalibles”, basados en protocolos, criterios, análisis, etc. Olvidando que la clave está en las personas y en darles la seguridad psicológica que necesitan.

«Un niño pequeño intentaba con mucha dificultad y sin apenas éxito levantar una pesada piedra. Su padre, observando el fracaso de su hijo, le preguntó:

— ¿Estás usando toda tu fuerza?

— Sí —respondió el chico con impaciencia.

— No, no lo estás haciendo —contestó el padre—. Yo estoy aquí esperando y aún no me has pedido que te ayude».

Nuestros colaboradores deben sentir que estamos ahí para ayudarles a realizar su trabajo, a explorar los problemas que se les presentan y a aprender de ellos. La falibilidad es humana así que no vamos a cuestionarla. Cuando se produce un error, la actitud es verlo como una oportunidad y preguntarnos qué nos enseña.

Pero aún hay más. Amy Edmondson en su charla en TED, titulada “Construyendo un lugar de trabajo Psicológicamente Seguro” (https://www.youtube.com/watch?v=Ms4FbDYXYoM), nos presenta cómo la curiosidad, el cuestionamiento de nuestras hipótesis y prejuicios, nos abre a entornos de trabajo en los que los “casi errores” son provocaciones a nuestros patrones de pensamiento, y nos dan la oportunidad de mirarlos con curiosidad para aprender de ellos.

Construyendo un lugar de trabajo Psicológicamente Seguro

¡Sí, curiosidad! Ahí tenemos una de las claves para abordar los problemas, los errores, los incidentes, etc. Preguntando como haría un niño, tratando de mimetizarnos con ellos para conocerlos y familiarizarnos. Integrándolos en nuestra normalidad sin estigmatizarlos.

La curiosidad traslada la atención a lo sustancial y evita que nos perdamos en críticas destructivas, que dañan a las personas y minan la confianza. Los errores suelen animar los conflictos en el equipo y hacen que veamos en el compañero a un crítico. ¡Qué lejos de la realidad”!

Centrarnos en los errores nos hace sentir cuestionados y señalados. Es como buscar algo en el fondo de un estanque, agitando el fango. El agua se enturbia y no podemos ver. Investigar un error debe hacerse con respeto, buscando causas y no culpables.

Es obvio que tampoco podemos ignorar u ocultar los errores. Un entorno de seguridad psicológica se construye colaborando entre todos, implicándonos en conocer los problemas, las equivocaciones, los despistes, etc. Hablarlo con empatía abre la puerta a la experiencia del otro, a conocer más del trabajo, los obstáculos o las circunstancias que desconocíamos. Sin perdernos en “atribuciones individuales de propiedad intelectual del error”.

¿Cómo te sentirías si cuando te equivocas, tu jefe o colaborador, te escuchara? Pues ánimo, sé tú el que aporte granitos de arena a la seguridad psicológica del equipo. El próximo día prepara lo que vas a decir en una situación delicada, restaura cualquier roce en las relaciones personales. Abre la puerta a la curiosidad y al descubrimiento. Comparte y avanza con cada traspiés.

La culpabilidad es abono del conflicto, no desaproveches cualquier oportunidad de reírte, fomentar la colaboración, crear un ambiente de positividad, sano, seguro. Son las personas las que eliminarán los obstáculos, resolverán los problemas y evitarán los errores, si no tienen miedo a los juicios, rechazos o fracasos. Si Se Sienten Seguras, Sí.

Cultiva un clima “5 S”: Serenidad, Sensibilidad, Sinceridad, Seriedad y Sencillez. ¡Ah! Y una sexta, Silencio, para escucharnos y escuchar al otro.

Las personas altamente efectivas se toman tiempo para afilar sus herramientas como diría Stephen Covey. Cuidan su cuerpo (fortaleza, flexibilidad y resistencia física), cuidan su alma (oración y meditación, lectura, arte o música), cuidan su mente (lee, investiga, aprende algo nuevo todos los días), cuidan su corazón (ama y desarrolla una conexión emocional con otras personas). Echarle un vistazo al libro de Daniel Goleman, “Inteligencia Emocional”, puede darte ideas para cuidarte.

Y transformarte en una persona “altamente humana”.

Por Mª Pilar Paúl Garasa, docente del grado en Psicología de la USJ

mppaul@usj.es